QUIERO UN DESIERTO
Un desierto para vivir, por un momento, en feliz
silencio.
Un desierto donde encontrarme cara a cara con Dios.
Un desierto en el que poder escuchar la voz del
Señor.
Un desierto en el que probar mi fe.
Un desierto en el que tensar mi fe.
Un desierto donde comprobar la fortaleza de mis
ideales.
Donde empezar a gustar y valorar más la Palabra de
Dios.
Con el oasis de la eucaristía esperándome para
fortalecerme.
Con las palmeras de la mano de Dios cobijándome ante
los peligros.
Con la aridez del sol que evapore de mí lo que me
aleja de Jesús.
Para sentir hambre de Dios.
Para robustecer el cuerpo y el espíritu de mi
corazón.
Para decidir entre Dios y el maligno.
Para postrarme, definitivamente, ante el Creador.
Para salir victorioso frente al mal.
Para combatir frente al enemigo de Dios.
Para dar gloria y culto al que se lo merece: el
Señor.
¿Dónde encontrar ese desierto, mi Señor?
¡Sólo Tú eres capaz de indicarme la ruta para
encontrarlo!
¡Sólo Tú eres el único que puede enseñarme el
camino!
Tu Palabra, Señor, es un desierto donde podré
escucharte
La oración, Señor, es un desierto donde podré
sentirte
La austeridad, Señor, es un desierto con la que
podré acercarme.
La caridad, Señor, es un desierto donde podré
recordar que tú vives en el otro. Amén
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