2025 ADORACIÓN
EUCARISTICA:
EL CABALLO Y LA
GALLINA
Un
día mas Jesús nos encontramos a tu lado para sosegar un poco nuestra vida y
hacer un poco de silencio e introspección. Con tantas prisas nunca tenemos
tiempo para nosotros y para meditar qué caminos debemos emprender para estar
seguros de tu amor y amistad. Escuchemos con atención.
El
caballo y la gallina:
En una granja vivían un Caballo y una Gallina. El Caballo era fuerte, rápido y
elegante. El granjero estaba orgulloso de él, lo cuidaba y a menudo lo mostraba
a los vecinos como su hermoso caballo.
La
Gallina, en cambio, parecía ser solo un ave común y corriente que corría por el
patio en busca de granos.
El
Caballo estaba orgulloso de su fuerza y agilidad, pero en secreto consideraba a
la Gallina insignificante: Siempre estás ocupada, poniendo huevos, escarbando
la tierra… ¿Qué hay de especial en eso? decía él.
-
Cada uno encuentra su utilidad en la vida, respondía la Gallina, sin ofenderse.
Un
día, después de una fuerte lluvia, el suelo en el pastizal se ablandó. El
Caballo paseaba alegremente, cuando de repente sus cascos quedaron atrapados en
el barro. Intentó liberarse, pero con cada movimiento se hundía más.
¡Hay
alguien! ¡Ayuda!, gritó él.
Las
vacas y ovejas miraban desde lejos, asustadas, pero nadie se atrevía a
acercarse. El granjero estaba lejos, y nadie sabía cuándo volvería. En ese
momento, la Gallina, al escuchar el grito, corrió hacia el pastizal. Al ver que
el Caballo estaba atrapado, inmediatamente comprendió que no podría hacerlo
sola.
-
¡Aguanta, voy a pensar en algo!, gritó la Gallina.
Rápidamente
corrió al granero, donde estaba estacionado el tractor del granjero. Pero,
¿cómo llamar la atención del granjero? La Gallina se acercó a la puerta de la
casa del granjero, comenzó a cacarear fuerte, golpear la ventana con sus alas y
saltar por el patio. El granjero salió, sorprendido por su extraño
comportamiento.
-
¿Qué te pasa, Gallina?, preguntó él.
Pero
la Gallina no se detenía, corrió hacia el tractor, cacareó de nuevo y se dirigió
hacia el pastizal. El granjero frunció el ceño, pero decidió echar un vistazo
para ver qué sucedía. Cuando vio al Caballo atrapado en el barro, entendió que
sin el tractor no podría sacarlo. Rápidamente puso en marcha la máquina, lanzó
una cuerda al Caballo y cuidadosamente lo arrastró hacia tierra firme. El
Caballo fue salvado.
Estaba
temblando, pero estaba a salvo. Al levantar la cabeza, vio a la Gallina, que
estaba al lado, mirándolo con preocupación.
-
¿Fuiste tú quien trajo al granjero? preguntó el Caballo.
-
Sí, hice lo que pude, respondió modestamente la Gallina.
El
Caballo guardó silencio. Se sentía avergonzado. Siempre había mirado por encima
del hombro a la Gallina, considerándola insignificante, pero fue precisamente
la Gallina quien lo salvó, no por su fuerza, sino por su ingenio.
-
Perdóname, finalmente dijo el Caballo. Fui tonto al pensar que solo la fuerza
importa. Eres pequeña, pero tu ingenio y valentía me salvaron la vida.
La
Gallina simplemente sonrió:
—
Solo recuerda que a veces los más pequeños pueden hacer grandes cosas.
Desde
entonces, el Caballo y la Gallina se convirtieron en verdaderos amigos, y el
Caballo nunca más juzgó a otros por su apariencia o fuerza.
El
verdadero valor no se encuentra en el tamaño, sino en la inteligencia, el
ingenio y la bondad. Señor Jesús enséñanos a nunca subestimar a aquellos que
parecen más débiles, quizá justamente ellos sean quienes nos echen una mano en
momentos difíciles. En este tiempo de cuaresma es el momento oportuno para reconocer
lo que somos y saber que todavía nos falta mucho camino por recorrer. Ayúdanos
a nunca desfallecer a pesar de las tormentas y dificultades de la vida. Por
cordura y sentido común a nuestras acciones en favor de la humanidad y del
Reino. Amén
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