2023 ABRIL MEDITACIÓN EUCARISTICA.
LOS TRES ÁRBOLES
Todavía
resuena en nuestros oídos el anuncio de la gran alegría de la Pascua, el
aleluya y todas las vivas posibles. Estamos en la octava de Pascua y queremos
hoy agradecer tu presencia viva entre nosotros, tu resurrección y el
derramamiento de vida que realizaste para toda la humanidad. Tu resurrección ha
abierto las puertas del horizonte futuro a una humanidad desorientada, medio
perdida y narcisista donde su mirada está puesta solo en sí misma en el placer
y en la autocomplacencia. La VIDA en mayúsculas que tú nos ganaste es aliciente
de una existencia llena de sentido y de plenitud.
Oigamos la
historia de LOS TRES ÁRBOLES: Había una vez tres árboles en una planicie
inmensa del campo. Hablaban acerca de sus sueños y planes de futuro.
- “Algún día seré cofre de tesoros. Estaré lleno de
oro, plata y piedras preciosas. Todos verán mi belleza”, dijo el primer árbol.
- El segundo árbol dijo: “Algún día seré un gran
barco donde viajen los más grandes reyes y reinas a través de los océanos.
Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y mi poderoso casco”.
Finalmente, el tercer árbol dijo: “Yo quiero crecer
para ser el más alto de todos los árboles en el bosque. Así estaré cerca de
Dios. Seré el árbol más grande de todos los tiempos y la gente siempre me
recordará”.
Durante años, los tres árboles oraban a Dios para
que sus sueños se convirtieran en realidad. Un día, un leñador los taló y se
los vendió a unos carpinteros.
Con el primer árbol hicieron un cajón de comida para
animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues
eso no era lo que él había pedido tanto.
El segundo árbol fue cortado y convertido en una
pequeña barquita de pesca, y fue puesto en un lago. Sus sueños de ser una gran
embarcación habían llegado a su fin.
El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas
tablas y lo abandonaron en la oscuridad de un almacén.
Al verse así, los tres árboles sintieron que sus
planes habían fracasado.
Sin embargo, una noche, José y María llegaron al
establo y pusieron al Niño Jesús en el pesebre. Entonces el primer árbol
descubrió que había contenido el mayor tesoro de la humanidad.
Años más tarde, Jesús y algunos discípulos subieron
a la pequeña barca para cruzar el lago de Galilea. Durante la travesía, una
gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte
para salvarlos. Pero Jesús se levantó y calmó la tempestad. Y el segundo árbol
descubrió que llevaba al Rey de todos los reyes y Señor de señores.
Finalmente, alguien cogió dos de las tablas que
estaban en el almacén y sobre ellas crucificaron a Jesús. Cuando llegó el
domingo, Jesús resucitó y el tercer árbol sintió que había estado más cerca de
Dios de lo que nunca pudo imaginar.
Cuando parece
que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que siempre Dios
tiene el mejor plan para ti. Él te prepara y allana el camino para que lo
recorras. Si tiene dificultades él te sostendrás y de ayudará de mil maneras.
Si es llano él facilitará tu camino y ningún obstáculo podrá impedir tu marcha.
Al final de la
historia nos damos cuenta que cada árbol consiguió lo que había soñado, aunque
no de la forma que habían planeado. Los planes no nos pertenecen y basta con
seguir caminando y confiar en Dios. Él nos dará la vida y nos proporcionará
todo aquello que necesitamos, seamos o no conscientes.
No siempre
sabemos lo que Dios planea para nosotros, sólo sabemos que sus planes siempre
son los mejores y solamente Él los conoce.
Señor Jesús te
pedimos que tu vida como Resucitado nos proporcione aliento de frescura a la
nuestra y que nos anime a caminar siempre según los designios de tu Padre y
Padre nuestro. Que tu vida se entremezcle con la nuestra para poder caminar
siempre decididos para el encuentro fraterno y encuentro de amor. Amén
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