domingo, 9 de abril de 2023

¡ABRÉME LOS OJOS, SEÑOR!

Señor; también yo, en el amanecer de esta jornada

con el alma tomada por la penumbra, pero con el corazón inquieto,

me he acercado hasta el lugar donde se encontraba tu cuerpo

desfigurado por los sucesos de estos últimos días.

Más, cual ha sido mi sorpresa, Señor,

cuando al cruzarme con María Magdalena, con Simón Pedro y con Juan

me han dicho que, no tenga prisa, que tu losa no está centrada…

que la piedra de tu sepulcro se encuentra movida

y que abra los ojos para la gran sorpresa que me espera

 ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR!

Pues quiero verte para nunca más perderte.

Porque, después de correr hasta tu sudario,

necesito certezas para comprender

y gritar al mundo que ¡creo! ¡creo! ¡y mil veces creo!

Que has vuelto para devolvernos vida abundantemente

Que, a partir de hoy, la asignatura pendiente de la muerte

ha sido resuelta y superada por el Maestro que más enseñó

con palabras de amor, con gestos de humildad,

con milagros y promesas felizmente cumplidas.

Quiero, sin temor ni temblor,

y aunque algunos me digan lo contrario

asomarme y ver el vacío que tu triunfo, sobre la muerte ha dejado.

Quiero, con la emoción de los discípulos

y de la mano de Santa María Virgen

comprender y creer que, era cierto,

¡Has resucitado! ¡Lo has hecho por nosotros!

¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR PARA VERTE Y NUNCA PERDERTE!

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario