2022 DICIEMBRE ADORACIÓN
EUCARISTICA:
Y EL HIJO SE HIZO HOMBRE EN
NAVIDAD
Cuenta la historia que un hombre que no creía en
Dios, su familia, por el contrario, era una fiel creyente. Una Nochebuena, la
esposa se disponía asistir al oficio navideño de la parroquia con sus hijos, le
pidió al esposo que los acompañara, pero este se negó.
¡Qué tontería! dijo. ¿Por qué Dios tomaría la forma
de hombre en la persona de Jesús?, no le veo sentido, es ridículo, no puedo
creer en semejante tontería. Sin hacer ningún comentario ella y sus hijos se
marcharon.
Minutos más tarde, el viento empezó a soplar con
mucha fuerza y se desató una ventisca. El hombre observaba por la ventana una
fuerte tormenta de nieve. De repente, oyó un golpe muy fuerte sobre una de las
ventanas. Miró hacia afuera, pero no lograba ver nada.
Cuando la nevada empezó a cesar, se aventuró a salir
para averiguar qué había pasado y descubrió su patio trasero, una bandada de
gansos salvajes que fueron sorprendidos por la tormenta de nieve. Perdidos y
confundidos, habían acabado en aquella finca. Aleteaban y volaban en círculos
por todas partes, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El hombre
pensó que, posiblemente, el ruido que oyó era de las aves que había chocado
contra su ventana.
Sintió pena por lo que decidió ayudarlos. Sería
ideal que se quedaran en el granero, estarán a salvo durante la noche mientras
pasa la tormenta, así que, dirigiéndose al establo, abrió las puertas, con la
esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los
gansos, no obstante, se limitaron a revolotear sin tomar en cuenta que la
salvación estaba a pocos metros de ellos. El hombre intentó llamar la atención
de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y que se alejaran más. Tomó pan, lo
fue esparciendo formando un camino directo al establo. Sin embargo, los gansos
no entendieron el mensaje.
El hombre empezó a sentir frustración, corrió tras
ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero, lo único que consiguió
fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direccione. Por mucho que lo
intentara, no conseguía que entraran al lugar que les salvaría la vida.
Se preguntó: ¿Por qué no me seguirán?, exclamó
frustrado, ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán
sobrevivir a la nevada?
Pensó por un momento y se dio cuenta de que las aves
no seguirían a un ser humano. Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría
salvarlos, se dijo. Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo,
agarró un ganso de su propiedad y lo llevó abrazado lo paseo entre sus
semejantes, y luego, lo soltó, este voló entre los demás y se fue directamente
al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que
todas estuvieron a salvo.
El aldeano se quedó en silencio por un momento,
mientras las palabras que había pronunciado hacía un instante aún le resonaban
en su mente: “Si yo fuera uno de ellos”, ¡Entonces sí que podría salvarlos!,
era lo mismo que le había dicho a su esposa: ¿Por qué iba Dios a querer,
hacerse hombre para estar entre nosotros?, ¡qué ridiculez!
De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió
que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Nosotros somos como aquellos
gansos: estamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios se hizo hombre con
el fin de indicarnos el camino y guiarnos a la salvación.
Cuando cesaron los vientos y la nevada, corrió al
encuentro de su familia a la iglesia, donde le permitió a Jesús ser parte de su
vida.
Si tu camino
está en tinieblas o estas cegado como el de los gansos, entonces recuerda estas
palabras de Jesús: “... Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Sin mí,
nadie pude llegar a Dios el Padre” Juan 14:6
Dios se vale
de muchos modos para llamar nuestra atención, despertar nuestra fe y volvernos
al buen camino. Ojalá que este sencillo cuento de Navidad nos haya ayudado a ponernos
a salvo, y dado suficientes razones para, en medio de la fuerte tormenta que
nos rodea, encontrar un cobijo seguro junto a Él. ¡Feliz Navidad!
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