miércoles, 28 de diciembre de 2022


 

2022 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA: LA SABIDURIA DEL LABRADOR

 

Estamos cerca de estrenar un nuevo año y con ello nos aumenta la esperanza y la ilusión de que las cosas pueden ir mucho mejor, no solamente para nosotros sino para el mundo entero. Queremos pedirte Jesús sacramentado que nos acompañes a lo largo de este nuevo año y que nos concedas tu espíritu para poder apreciar las cosas y las circunstancias con verdadera ponderación y animo bien dispuesto y decidido. Queremos que nos enseñes a distinguir lo profundo de las circunstancias y no caer en las meras apariencias y superficialidades.

LA SABIDURIA DEL LABRADOR: Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.

Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos, que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia, acudieron a su casa para decirle lo mucho que lamentaban lo ocurrido. Él les agradeció la visita, pero preguntó:

- ¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?

Alguien comentó en voz baja con un amigo: "No quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal de que no se entristezca por lo ocurrido".

Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado. Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso, los habitantes de la aldea, alborozados porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador, para felicitarlo por su suerte.

- Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones! -dijeron.

- Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad, respondió el labrador. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?

Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando: "¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?"

Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar a la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna.

Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre, diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.

El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó: ¿Cómo podéis vosotros saber si  lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?

Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que el accidente de un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí: "Realmente se ha vuelto loco, su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún duda que lo ocurrido es una desgracia".

Transcurrieron algunos meses y Japón le declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes, excepto al hijo del labrador, quien tenía la pierna rota.

Ninguno de los muchachos regresó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos. Siempre que alguno de ellos se quejaba, el labrador decía: "¿Cómo sabes si esto es una desgracia?" Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba: "¿Cómo sabes si eso es una bendición?" Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.

Ayúdanos tu Señor a vivir con verdad y autenticidad este nuevo año lleno de posibilidades y de nuevas expectativas. Tu espíritu nos guie siempre por el camino recto y del bien, aunque a veces no entendamos el porqué de tantas situaciones. Amén.

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