domingo, 25 de diciembre de 2022


 

¡Has venido, Señor y eso es amor!

Forrado de pobreza, pero ceñido en riqueza divina,

sin ruidos, sin trompetas triunfales.

Llorando, porque sabes que los hombres sollozamos,

y pequeño…por las veces en la que humanidad

se siente excesivamente, poderosamente grande.

Alumbrado por el seno virginal de una humilde nazarena

y, vigilado, por la sobriedad del Patriarca de ese portal.

Agasajado por el zurrón de los pastores de Belén.

Arrullado por raspas pajas de un pesebre,

y denostado por los que quieren regir y vivir como si Tú no existieras

Tráenos luz que encienda las oscuridades de nuestro vivir cotidiano.

Danos aquello que, sólo Dios, es capaz de ofrecer sin nada a cambio.

Haznos comprender el Misterio que, en este día, se desvela.

Déjanos postrarnos ante Ti para que, inclinándonos ante Ti,

adivinemos que Tú desciendes a la humanidad, para que,

nosotros, ascendamos hasta los mismos pliegues de lo divino.

Míranos, con esos ojos de Niño,

para que nunca olvidemos que, en Belén, nace el AMOR

y que, con ese AMOR, venceremos a las desesperanzas e inquietudes,

dudas y lágrimas, caídas y tropiezos.

Para que nunca olvidemos que, sin el AMOR de Belén,

el mundo estaría huérfano y roto por sus cuatro costados.

Para que nunca olvidemos que, si DIOS se hace pequeño,

infante, humano, carne de nuestra carne,

es porque cree, piensa y desea la salvación del hombre. Amén

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