¡Has venido, Señor y eso es amor!
Forrado de pobreza,
pero ceñido en riqueza divina,
sin ruidos, sin
trompetas triunfales.
Llorando, porque sabes
que los hombres sollozamos,
y pequeño…por las veces
en la que humanidad
se siente excesivamente,
poderosamente grande.
Alumbrado por el seno
virginal de una humilde nazarena
y, vigilado, por la
sobriedad del Patriarca de ese portal.
Agasajado por el zurrón
de los pastores de Belén.
Arrullado por raspas
pajas de un pesebre,
y denostado por los que
quieren regir y vivir como si Tú no existieras
Tráenos luz que
encienda las oscuridades de nuestro vivir cotidiano.
Danos aquello que, sólo
Dios, es capaz de ofrecer sin nada a cambio.
Haznos comprender el
Misterio que, en este día, se desvela.
Déjanos postrarnos ante
Ti para que, inclinándonos ante Ti,
adivinemos que Tú desciendes
a la humanidad, para que,
nosotros, ascendamos
hasta los mismos pliegues de lo divino.
Míranos, con esos ojos
de Niño,
para que nunca
olvidemos que, en Belén, nace el AMOR
y que, con ese AMOR,
venceremos a las desesperanzas e inquietudes,
dudas y lágrimas,
caídas y tropiezos.
Para que nunca
olvidemos que, sin el AMOR de Belén,
el mundo estaría
huérfano y roto por sus cuatro costados.
Para que nunca
olvidemos que, si DIOS se hace pequeño,
infante, humano, carne
de nuestra carne,
es porque cree, piensa y
desea la salvación del hombre. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario