TE MIRO, SEÑOR
Y no salgo de mi
asombro; viniste pequeño en Belén, y te empeñas en humillarte para subir,
rebajándote de nuevo, a la crudeza de un madero.
Admiro la belleza de
tu amor; tan universal y tan gigante, tan caritativo y desprendido, tan cierto
y tan nítido.
¿Dónde el secreto de
tu generosidad?
Comprendo que el
mundo te necesita, que no vamos bien si no te miramos, que, a la vuelta de la
esquina, nos abandona tanto absurdo que ensalzamos.
Y la oscuridad se
convierte en torrente de luz.
La duda en profesión
de fe.
La tiniebla en rayo
de sol.
El fracaso aparente,
en amor redentor.
Eres estandarte del
amor verdadero.
Eres árbol en el que
se clavan nuestras miserias.
Eres salud que sana
a todo enfermo que te mira.
Eres fortaleza para
el débil que te suplica.
Y compruebo que eres
lo que siempre me dijeron:
Amor sin farsa
Amor sin tregua
Amor que se da y se
entrega
Amor que sólo sabe
eso…salvar al hombre. Amén.
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