lunes, 18 de marzo de 2024

2024 CICLO B FESTIVIDAD DE SAN JOSE

 

Celebramos hoy la festividad de San José, esposo de la Virgen María, padre de Jesús y protector de la Iglesia.

Hombre bondadoso y justo a los ojos de Dios, hombre de sueños imposibles y manos callosas, protagonista de una historia preñada de contradicciones y promesas: su hogar y sus sueños cuentan una historia de amor, sus dudas y su corazón herido narran una historia muy humana de expectación y crisis.

Antes de que se fueran a vivir juntos, María se encontró embarazada. Entonces José pensó en repudiarla en secreto. En secreto. Era la única manera que encontró de salvar a María del riesgo de la lapidación, porque la amaba, ella ocupaba su vida, su corazón, incluso sus sueños.

¿De quién aprendió Jesús a oponerse a la antigua ley, a anteponer la persona a las normas, si no fue oyendo a José contar la historia del amor que le hizo nacer, la historia de un artificio destinado a salvar a su madre de la lapidación? ¿Cómo aprendió Jesús a elegir la palabra familiar "abba", esa palabra suya tan infantil, tan identificativa y exclusiva, si no fue delante de ese hombre de ojos y corazón profundos?

Llamando "abba" a José, papá, aprendió lo que evoca ese nombre dulce y fuerte, cómo es una revelación del rostro de amor de Dios. José que nunca habla, del que el evangelio no recuerda ni una palabra, hombre silencioso y valiente, concreto y libre, soñador: a sus sueños se confía el destino del mundo. Porque el hombre justo tiene los mismos sueños que Dios. Soñar requiere valor, no sólo fantasía. Significa no contentarse con el mundo tal como es. La materia de la que están hechos los sueños es la esperanza.

El Evangelio registra no menos de cuatro sueños de José, sueños de palabras. Y cada vez es un anuncio parcial, incompleto (toma al niño y a su madre y huye...) cada vez una profecía corta, demasiado corta, sin horizonte claro, sin fecha de regreso. Pero suficiente para tomar para sí a la madre y al niño, para partir hacia Egipto y tomar después el camino de vuelta. Es el camino imperfecto de los justos e incluso de los profetas, es más, de todo creyente.

También nosotros tendremos tanta luz como sea necesaria para dar un paso, y luego la luz se renovará, como los sueños de José. Tendremos tanto valor como sea necesario para afrontar la primera noche. Entonces se renovará el valor, como del justo José.

 

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