MI ALMA SE AGITA, SEÑOR
Cuando llega la hora de la verdad, y
siento que no tengo tantas fuerzas para defender tu Reino.
Porque me cuesta renunciar a mi “YO” y
decirte que soy todo tuyo, Señor.
Porque, lejos de ser trigo que muere,
pretendo ser flor que nunca se marchita que no quiere perder ninguno de sus
pétalos que, lejos de renunciar a su hermosura, la quiere salvar a toda costa.
Porque para dar fruto, me dices que,
primero, hay que desaparecer.
Porque para darte gloria, me
recuerdas que he de sucumbir.
Porque para, ser de los tuyos, he de
alejarme de muchos de los míos.
Como Tú, Señor, también yo digo:
Líbrame de aquellas horas que me
producen pena y llanto.
Evítame las cruces excesivamente
pesadas.
Condúceme por los caminos. No
inhumanamente estrechos.
Pero, no se haga mi voluntad.
Porque, sé mi Señor, que todo lo que
me pides y me das que todo lo que pones bajo mis pies es porque, previamente,
Señor sabes que lo puedo soportar y por Ti entregar.
Sé que, hoy y siempre, la esperanza
que tengo en Ti no me defraudará. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario