2024 MARZO ADORACIÓN EUCARÍSTICA.
EL TAZÓN DE MADERA
Querido Jesús
sacramentado, nos encontramos aquí contigo en esta tarde para estar a solas
contigo y poder descansar en tu corazón. Queremos aprender de ti y tu ejemplo
sea el modelo de vida para todos nosotros. Nuestro mundo está desorientado y
muchas veces nosotros con él. Ayúdanos a ser ejemplo para los demás, pero no
podremos ser ejemplo para los otros si primero no hacemos experiencia profunda
de ti, de tu amor y de tu misericordia. Escuchemos esta emotiva historia.
El tazón de madera:
El abuelo se fue a vivir con su hijo, su
nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba
y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las
manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un
asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba
tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
"Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo
el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y
tira la comida al suelo".
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña
mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de
la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos
platos, su comida se la servían en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el
abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin
embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran frías llamadas de
atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su
hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente:
"¿Qué estás haciendo?"
Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah,
estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, vosotros
comáis en ellos." Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de
tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y,
aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que
hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del
abuelo y lo guio de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días
ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa,
parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba
o se ensuciaba el mantel.
Los niños son
altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus
mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos
un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa
actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan
que cada día colocan los ladrillos con los que construyen el futuro de su hijo.
Seamos instructores sabios y modelos a seguir.
Queremos
aprender Señor Jesús que el ejemplo vale más que mil palabras, que por nuestros
actos no conocerán y que el árbol bueno no puede dar frutos malos ni el árbol
malo puede dar frutos buenos.
Los seres
humanos somos como esponjas que vamos empapándonos de lo que hay a nuestro
alrededor y que los ambientes positivos ayudan a generar personas con
sentimientos positivos y que los ambientes negativos ayudan a crear personas
negativas.
Las personas olvidarán
lo que dijimos y lo que hicimos, pero nunca olvidarán cómo los hicimos sentir.
La influencia en los demás es innegable, te pedimos Jesús que siempre sea
positiva y que tenga la primacía la búsqueda del bien y de la bondad. Amén.
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