miércoles, 27 de marzo de 2024


 

2024 MARZO ADORACIÓN EUCARÍSTICA.

 LA TAZA DE PORCELANA

Señor Jesús en esta semana santa, donde contemplaremos tu vida entregada y dada por amor. Tu sacrificio y ofrenda de tu vida por cada uno de nosotros, y también contemplaremos el resultado final de esa obra maravillosa que es tu vida de resucitado. Que sepamos comprender lo importante que cada uno de nosotros somos para ti y que para llegar a ser obra maestra tenemos que pasar por infinitas pruebas y esfuerzos personales. El Padre de la vida nos hizo a su imagen y semejanza y nos invita a que lleguemos a ser aquello que él pensó para cada uno de nosotros desde la eternidad. Obra tuya somos y nos sentimos criaturas en manos del alfarero, para que vaya modelando nuestras formas, nuestra figura y nuestra manera de ser y de comportarnos. A veces la vida duele. Escuchemos esta historia verdadera.

La Taza de porcelana: Se cuenta que una vez en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de esas tiendas era una en donde vendían vajillas antiguas. En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita.

- ¿Me permite ver esa taza? preguntó la señora, ¡nunca he visto nada tan fino como eso! En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.

- Usted no entiende. Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era solo un montón de barro. Mi creador me tomo entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Luego llegó el momento en que me desesperé y le grité: “Por favor” ya déjame en paz.

- Pero mi amo sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.

Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi amo querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi amo que me decían: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo. Finalmente se abrió la puerta, mi amo me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara.

- Así está mucho mejor, me dije a mi misma, pero apenas me había refrescado, cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintando. El olor a la pintura era horrible. Sentía que me ahogaba,

- Por favor detente... le gritaba yo a mi amo; pero él solo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Al fin mi amo dejó de pintarme; pero, esta vez me tomó y me metió nuevamente en otro horno... No era un horno como el primero; sino que era mucho más caliente.

Ahora sí estaba segura que me sofocaría. Le rogué, y le imploré a mi amo que me sacara. Grité, lloré; pero mi creador sólo me miraba diciendo “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

En ese momento me di cuenta que no había esperanza. Nunca lograría sobrevivir a ese horno. Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi amo me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara.

Después de una hora de haber salido del segundo horno, mi amo me dio un espejo y me dijo:

- “Mírate” “¡Esta eres tú!”

- Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso.

- Mi amo nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos; pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado.

También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras.

¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que imaginé cuando te comencé a formar!

Señor Jesús que hermoso sentir que somos obra tuya y que, a pesar de los golpes de la vida, de los sinsabores, de las amarguras, de las felicidades y alegría, estamos siendo configurados a la imagen y semejanza del Padre. Te pedimos que sigamos notando tu presencia a nuestro lado, solamente así nuestros caminos se irán realizando según la dirección correcta. Sentir tu presencia nos anima y nos ayuda. Nos consuela y nos fortifica. Jesús no nos desampares nunca, no nos quites las dudas, los sufrimientos, las desilusiones, pero danos la fuerza y la energía para poder soportarlos. Amén.

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