Mañana día 1 de Mayo
dará inicio la novena a la Virgen de los Desamparados. Al no poder ser en la
Parroquia, todos los días a las 19'30h. será publicada tanto en el facebook
como en el blog de la Parroquia. Os invitamos a uniros a la misma.
jueves, 30 de abril de 2020
miércoles, 29 de abril de 2020
martes, 28 de abril de 2020
ADORACION AL SANTISIMO, EN TIEMPO
DEL COVID-19
El tiempo que pasa condiciona nuestra vida y sin
embargo nos damos cuenta de lo relativo que es. Llevamos ya 46 días confinados
y parece que el tiempo nos pasa volando o parece que no se “mueve” dependiendo
de lo ocupados, distraídos, atareados que estemos.
Muchas veces nos quejamos de no tener tiempo, y
vivimos abocados hacia afuera, y ahora después de tanto tiempo “en casa”
empezamos a vislumbrar que cuanto más trabajamos nuestro interior lo que
exteriorizamos es de mejor calidad, más auténtico. Tengamos ahora un momento de
adoración ante el Señor.
Estamos en el
tiempo de Pascua y cada día al leer las lecturas de los relatos de la
Resurrección de Jesús y sus apariciones percibimos que no se narran desde lo
histórico sino desde la experiencia.
Esa
experiencia no es un privilegio de unos pocos: nace del deseo de encontrar la
Vida dentro de nosotros y de darle espacio para que se expanda. Darle tiempo al
silencio, tiempo para conectar con nuestro propio centro y ahí nace la certeza,
se siente la presencia, la unidad con todo y con todos, una emoción difícil de
describir, diferente para cada persona porque todos somos distintos.
La experiencia
siempre es personal y comunitaria e íntima:
Personal porque somos
únicos y diferentes como lo es toda la creación. Por eso también cada persona
experimenta ese “encuentro” de forma personal y va ganando en profundidad a
medida que vamos evolucionando.
Comunitaria. Precisamente
al compartir las experiencias es donde nuestra fe se fortalece y se confirma.
La comunidad es el lugar de la presencia de Jesús resucitado en la que
experimentamos el amor, la aceptación y donde sentimos esa fuerza que se
expande en el universo de comunión. Somos seres interdependientes y nuestra
tendencia natural es hacia la común-unión, hacia la comunión.
Interiorizamos esta
presencia de Jesús en medio de nuestra comunidad parroquial, confinada pero
unida. Y nos sentimos unidos entre nosotros y a toda la creación, nuestra casa
común. Ella está respondiendo de una manera insospechada. Se está purificando,
está limpiándose, se está renovando. Para ella es una nueva oportunidad de
revivir, de resucitar. El mundo natural puede ser admirado y entendido como reflejo
de la Creación de Dios. La pena es que no habíamos captado esa dimensión
sagrada de cada átomo, cada célula, cada ser en su complejidad. Nos situábamos
como seres superiores observando, estudiando la creación, cosificándola…Todo es
sagrado. Lo aprendemos ahora de nuestra hermana naturaleza y nos enseña que no
debemos despreciar el contacto con la tierra, sino respetarla, amarla, cuidarla
como ella hace con nosotros.
Nos pueden
dividir las ideologías, pero no la búsqueda de sentido, de nuevos estilos de
vida más acorde con el respeto mutuo, el respeto a la Tierra.
Oración:
Oh Dios, que
en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; Te pedimos
nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu
Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de Tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
Tenemos un tiempo maravilloso, este tiempo de Pascua
en el que se nos invita a soñar con una vida nueva, renovada, invadida por la
presencia del Resucitado en medio de nosotros.
sábado, 25 de abril de 2020
DOMINGO DE PASCUA III
En
este tercer domingo de pascua el evangelio nos presenta a los dos discípulos
que vuelven a Emaús desanimados y descorazonados. Ellos esperaban que Jesús
fuera el libertador de Israel. No son galileos, no forman parte del grupo
inicial, pero han alentado las mismas ilusiones que ellos con respecto a Jesús.
Estaban convencidos de que el poder de sus obras y de su palabra los pondría al
servicio de la gran causa religiosa y política: la liberación de Israel. Sin
embargo, lo único que consiguió fue su propia condena a muerte. Ahora sólo
quedan unas mujeres lunáticas y un grupo se seguidores indecisos y miedosos,
que ni siquiera se atreven a salir a la calle o volver a Galilea. Ellos desencantados
cortan su relación con los discípulos y se van de Jerusalén.
Pero
Jesús se pone a su lado a caminar con tal aspecto que no pueden reconocerlo.
Jesús le explicaba que el Mesías tenía que padecer y morir para entrar en su
gloria. Lo curioso es que Jesús no se les revela como el resucitado, se limita
a recorrer la Ley y los Profetas, espigando, explicando y comentando los textos
adecuados. Más tarde comentarán que, al escucharlo, les ardía el corazón.
Y
en un gesto tan habitual como partir el pan se les abren los ojos para
reconocer a Jesús. Y en ese mismo momento desaparece. Pero su corazón y su vida
han cambiado.
Cuanto
necesitamos en nuestras comunidades: recordar a Jesús, ahondar en su mensaje y
en su actuación, meditar en su pasión. Que Jesús nos conmueva, que sus palabras
nos lleguen hasta dentro y nuestro corazón comience a arder. Sería el despertar
de nuestra fe.
Los
dos caminantes sienten necesidad de Jesús. Les hace bien su compañía. No
quieren que los deje: «Quédate con nosotros». En la cena se les abren los ojos.
Es
la experiencia clave: sentir que nuestro corazón arde al recordar su mensaje,
su actuación y su vida entera; sentir que, al celebrar la eucaristía, su
persona nos alimenta, nos fortalece y nos consuela. Cuando acabe nuestro
confinamiento ojalá nuestros encuentros eucarísticos nos motiven y nos
fortalezcan y vivamos con mayor intensidad y emoción nuestras eucaristías.
Ánimo a todos.
ACCIÓN DE GRACIAS
Mientras caminábamos tristes,
te has acercado respetuoso
a nuestras dudas, temores y desánimos.
Has hecho el camino con nosotros
aceptando nuestro ritmo y paso,
conversando con lenguaje llano y claro.
Con tu palabra y presencia viva
nos has abierto la Escritura
y los caminos de Dios en la historia.
Has calentado nuestro corazón,
has abierto nuestros ojos cegados
y nos has devuelto alegría e ilusión.
¡Quédate con nosotros al declinar el día
y comparte nuestro pan y techo, sin prisa,
antes de enviarnos a ser personas nuevas!
¡Quédate con nosotros y haznos compañía,
vamos a conversar un poco más de tu utopía
y de los horizontes abiertos en nuestras vidas!
Florentino Ulibarri
viernes, 24 de abril de 2020
martes, 21 de abril de 2020
HABLANDO HACIA EMAÚS TE ENCONTRÉ
“Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea
llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo
sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se
puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para
reconocerlo. Él les preguntó: - ¿De qué vais conversando por el camino?”
Lc 24, 13- 17
Casi recién
estrenada la Pascua, en esta reclusión en la que todos nos encontramos,
volvemos al quehacer de cada día, a la rutina. Trabajando desde casa, inventado
motones de cosas para ir pasando el tiempo, aprovechando para recolocar y
ordenar la casa, o los pensamientos.
Pero lo
hacemos desde esa alegría del Resucitado. ¿Ha cambiado algo en mi día a día? Puede
que sí porque Tú no descansas. No te tomas semanas de vacaciones, y aquí
apareces, paseando a mi lado, ¡y yo sin darme cuenta! Y no te limitas a
quedarte ahí, no, ese no es tu estilo. Tu estilo es siempre mezclar tu mensaje
con mi propia vida. Así que me preguntas:
-“¿de qué vas
hablando?”.
Y entonces,
curiosamente, me quedo sin palabras. Y me doy cuenta de lo mucho que he hablado
ya estos días y ahora soy yo quien se pregunta si he hablado lo suficiente de
Ti.
Aprovechemos
esta ocasión de contemplar a Jesús resucitado en este momento de adoración y
quedemos en silencio ante él, la Pascua eterna. Él que se hace siempre presente
y encontradizo en nuestra vida.
Hacemos
silencio y contemplamos, Él está aquí a nuestro lado
Y ahora, que
me he parado un momento, te encuentro a mi lado. Por fin te miro y te
reconozco. Y recuerdo muchas cosas que me han ido pasando. Y empiezo a
escucharme y a saber lo que quiero para mí y lo que necesitan los demás. Y
decido pensar con calma para poder elegir las palabras que utilizar. Pero,
sobre todo, deseo esa calma para escuchar, siempre nueva, la palabra que más
tiene que decirme: la tuya, Señor. Y entonces pondré lo que tengo a tu
disposición, y probablemente no hagan falta ya las palabras, porque incluso
cuando no crea que lo hace, mi vida hablará de Ti; de esa palabra que llena y
que abrasa.
TU PALABRA
Haz de mi vida
bienaventuranza
pon en mi
mirada misericordia
abre mis manos
para dar sin precio,
y pon, pon en
mi boca tu palabra.
Trae a mis cadenas
tu liberación
pon en mis
engaños tu verdad profunda
pon en mi
cobardía tu evangelio valiente,
y pon, pon en
mi boca tu palabra.
Palabra que me
inquieta
Palabra que me
llama
Palabra que me
llena
Palabra que me
abrasa
Palabra que
pronuncio y todo cambia
La tierra late
con tu palabra
Palabra
recibida
Palabra
proclamada
Palabra que me
hiere
Palabra que me
sana
Palabra que se
encarna y todo cambia
La tierra late
con tu palabra
Hazme
compasivo, fiel hasta la cruz
Conduce mis
pasos, firme tras tus huellas.
La noche más
oscura enciende con tu presencia,
y pon, pon en
mi boca tu palabra,
Palabra que me
inquieta.
Amén
lunes, 20 de abril de 2020
domingo, 19 de abril de 2020
LUNES
DE SAN VICENTE
Este lunes se celebra la festividad de San Vicente
Ferrer, patrono de la comunidad valenciana. A pesar de no poder reunirnos en la
Iglesia para celebrar esta fiesta, os dejamos algunas notas para que juntos
elevemos gracias a Dios por tal patronazgo.
En ell reconeixem un gran missioner i predicador, a
un home de Déu que, fidel als vots de la seua vida religiosa en l’orde
dominicana, va anunciar sense parar l’Evangeli en les nostres terres i en tota
Europa. Donem gràcies al Senyor per l’exemple i testimoni de sant Vicent que
ens convida a donar glòria a Déu cada dia amb les nostres paraules i les
nostres obres.
A DÉU, DONEU-LI GLÒRIA (San Vicent)
San
Vicente Ferrer nació en Valencia, en la actual calle del Mar, donde ahora está
el Pouet de Sant Vicent, el 23 de enero de 1350. Sus padres fueron Guillermo
Ferrer, notario y Constança Miquel. Fue bautizado en la Parroquia de san
Esteban. Tomó el hábito de fraile dominico en el cercano Real Convento de
Predicadores el 5 de febrero de 1367, emitiendo sus votos definitivos el 6 de
febrero de 1368. Fue enviado al Convento de Barcelona y al de Lérida donde
realizó sus estudios de Filosofía. Desde 1372 estudia Biblia y Teología en
Barcelona, y en 1376 estuvo en Toulouse completando su formación. En 1379, ya
ordenado sacerdote, es elegido prior del Convento de Valencia, cargo en el que
estará poco más de un año. En ese tiempo dio clases de Teología en la Catedral
de Valencia, en la actual capilla del Santo Cáliz. En 1388 obtuvo el título de
“Maestro en Teología” y fue nombrado “Predicador General” de su orden. Residió
en Avignon durante el Cisma de Occidente donde recibió diversos cargos de
Benedicto XIII. En 1399 abandona definitivamente esta ciudad y se consagra a su
actividad misionera. Predicó por toda la Corona de Aragón, la de Castilla y,
además, el sur de Francia, el norte de Italia, Suiza y la Bretaña francesa. En
muchos lugares se recuerda su paso por los hechos portentosos que ocurrieron.
San Vicente fundó en Valencia una cofradía que desde 1410 se encarga de recoger
y educar a los niños huérfanos y abandonados de la ciudad. Su obra sigue viva
en el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de san Vicente Ferrer. También en el
ámbito social participó en el Compromiso de Caspe en el que se designó heredero
de la Corona de Aragón a Fernando de Antequera tras la muerte sin descendencia
de Martín el Humano. En 1419 predicó la que sería su última Cuaresma y a los 69
años murió en Vannes (Bretaña francesa) el 5 de abril de ese mismo año. Está
sepultado junto al altar mayor de la Catedral. San Vicente fue canonizado el 29
de junio de 1455 en Roma por el papa Calixto III. Su fiesta se celebra el 5 de
abril, aunque desde muy antiguo, en Valencia, se celebra el lunes posterior a
la Octava de Pascua.
SALMO
96, 1-2.3.7-8a.10
Conteu
a tots els pobles les meravelles del Senyor.
Canteu al Senyor un càntic nou,
canteu al Senyor per tota la terra;
canteu al Senyor, beneïu el seu nom,
anuncieu de dia en dia que nos ha
salvat.
Proclameu tots els dies sa victòria,
conteu als pobles la seua glòria,
i els seus
prodigis a totes les nacions.
Families dels pobles, aclameu al Senyor,
celebreu la glòria i el poder del
Senyor,
tributeu honor al nom del Senyor.
Digueu als pobles: El Senyor es Rei;
Ell manté el món ferm i incommobible;
Ell governa els pobles rectament.
“Bona gent”, Así comenzaba su predicación San
Vicente Ferrer hace 600 años. Esta expresión contiene la esencia de la
predicación del santo valenciano. San Vicente centraba su predicación en la
preeminencia de la gracia y la bendición de Dios sobre la creación y el ser
humano. Este contenido lo exponía con cercanía a la gente y con un lenguaje
comprensible.
“Bona gent” como saludo
inicial representaba el elemento esencial de la persona humana y de su relación
consigo mismo, con la sociedad y con Dios. La fuerza de la predicación no sólo
se nota en la conversión de sus oyentes sino también en la fuerza del reino ya
presente; una fuerza que se deja notar en los signos y prodigios que acompañan
al predicador.
San Vicente Ferrer fue
hombre polifacético, pero, sobre todo, predicador de la buena nueva por los
caminos del mundo. Él vivió a pleno pulmón la fuerza de la predicación,
San Vicente era un
hombre cultivado por la PALABRA de Dios y fiable en su predicación por la
coherencia de su vida.
Como patrón de nuestra
comunidad valenciana y de nuestra Iglesia diocesana se convierte en modelo de
testigo de Jesús. Fundamentado siempre en la Palabra y hombre de palabra. Que
aprendamos de él.
Oració
Oh Déu, que al frare dominicá sant Vicent Ferrer el féreu ministre de la
predicació evangèlica, concediu-nos que vegem regnant en el cel al qui ell va
anunciar com a futur jutge en la terra i per la intercessió del nostre patró,
servir-vos ab purea de cor i meréixer arribar a les alegries eternes. Amén.
-
San Vicente
Ferrer
-
Ruega por
nosotros
sábado, 18 de abril de 2020
La Parroquia, informa que el Sr. Arzobispo ha pedido que
suenen las campanas en señal de oración por los enfermos y difuntos de esta
pandemia.
Se os informa que todos los días después del toque del Ángelus,
a las 12’03h, las campanas de nuestra parroquia, tañerán, llevando así la
oración, a la que os rogamos os unáis.
DOMINGO DE PASCUA II
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
El II Domingo
de Pascua es conocido, también, como el «Domingo de la Divina Misericordia». La
Misericordia nos muestra la grandeza de Dios, porque nos habla de un Dios que
tiene entrañas, un Dios que empatiza, un Dios que tiene corazón y que ese
corazón es el centro de gravedad de su amor infinito. La fe en un Dios que es
Todo-misericordioso hace que desaparezcan los miedos y abre las puertas a la
idea de la reconciliación universal. La Misericordia, con sus obras, nos hace
experimentar y sentir la presencia de Dios, para luego poder exclamar: ¡Señor mío y Dios mío!
Los discípulos
estaban encerrados en casa por miedo a los judíos. Traicionaron, escaparon,
huyeron, aún tienen miedo: desde luego demuestran lo poco que nos podemos fiar
de ellos. Sin embargo, Jesús se presenta en medio de ellos. Era una comunidad
encerrada en sí misma, con las puertas y ventanas cerradas por miedo, donde no
hay aire y hay sensación de aprieto. Ahora si entendemos bien como consecuencia
del confinamiento por la pandemia. Sin embargo, Jesús viene. No se coloca ni
encima, ni abajo, ni a los lados sino en medio, se coloca en medio de ellos,
dice el evangelio. Y les dijo: Paz a vosotros.
No se trata de
un deseo o una promesa, sino de una afirmación: la paz de Jesús está aquí. La
paz que desciende dentro de nosotros, que viene de Dios. Es la paz para
nuestros miedos, para nuestros sentimientos de culpa, para nuestros sueños
incumplidos, para las insatisfacciones que ensombrecen los días.
Ocho días
después, estando todavía todos juntos Jesús regresa. Regresa con el más
profundo respeto: en lugar de regañarles, se pone a su disposición. Tomás no
estaba satisfecho con las palabras de los otros diez; no necesitaba una historia,
sino un encuentro con su Señor.
Jesús se
presenta en medio de ellos y en lugar de imponerse, se propone; se expone en
las manos de Tomas: pon tu dedo aquí; extiende tu mano y ponla en mi costado.
La resurrección no cerró los agujeros de los clavos, no curó las laceraciones
de las heridas. Porque la muerte en la cruz no es un simple accidente para
superar: porque esas heridas son la gloria de Dios, la expresión más alta de
amor, y por eso permanecerán eternamente abiertas. En esa carne, el amor escribió
su historia en las mismas heridas, indelebles como el amor mismo. Tomás exclama
sin duda ni equivocación: Señor mío y Dios mío. “Porque me has visto, has
creído, Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Esta bienaventuranza va
directamente dicha por nosotros.
La fe es el
riesgo de ser feliz. Una vida más llena de sentido, una vida vibrante. Herida
sí, pero luminosa. Así termina el Evangelio, así empieza nuestro discipulado:
con el riesgo de ser felices, a pesar de nuestras heridas llenas de luz.
El evangelio
de hoy es toda una invitación a vencer nuestros miedos y a no cerrar nuestras
puertas. No es cuestión de ver y tocar, es cuestión de fe, es cuestión de amor,
porque el amor es mucho más sólido que nuestras manos. Por ello hay que sentir.
Hay que abrir todas las puertas que tengamos cerradas en nosotros mismos y
sentir cómo se despierta el amor de quien nos ama y el amor que nos brota ante
quienes amamos. Sentir cómo el amor nos reblandece, nos modela, nos configura
humanos, nos sitúa como constructores de paz, hacedores de un mundo nuevo, de
nuevas situaciones y de circunstancias renovadas. Porque el amor nos dice
quiénes somos.
¡POR TU PAZ, SEÑOR!
Porque en Ti
confío
Porque en Ti
espero
Y, de tu
misericordia, agradezco tus desvelos
Y, de tu misericordia,
espero tus caricias
Y, de tu
misericordia, añoro tu abrazo
Y, de tu
misericordia, deseo la paz verdadera
la paz que Tú
sólo das
la paz que,
sin Ti,
no la puede
alcanzar el mundo. Amén.
UNCIÓN DE ENFERMOS Y ANCIANOS
En este
segundo domingo de pascua, el domingo de la misericordia, teníamos programada
la unción comunitaria de los enfermos y ancianos. Recordemos a todos nuestros
enfermos y mayores, a todos los afectados por la pandemia, a los fallecidos, a
los que trabajan con ahínco para facilitar la vida a toda la sociedad. Ánimo a
todos.
ORACIÓN CONTRA EL CORONAVIRUS
Señor Jesús, nuestro
Médico Divino
te pedimos que
nos guardes y protejas del coronavirus
y de todas las
enfermedades letales.
Ten piedad de
todos los que han muerto.
Sana a todos
los que están enfermos.
Ilumina a
todos los científicos que están buscando un remedio.
Fortalece y
protege a todos los asistentes sanitarios
que están
ayudando en estos momentos a los enfermos.
Dales la
victoria a todos los responsables civiles
que están intentando
limitar el contagio,
y dale la paz
a todos los que tienen miedo y están preocupados,
especialmente
los ancianos y las personas en situación de riesgo.
Que María la
Virgen de los Desamparados sea nuestra defensa y salvación
Y nos proteja
bajo su manto.
Nos
abandonamos con toda confianza en tu infinita misericordia. Amén
CÁRITAS
INTERPARROQUIAL DE DENIA
ANTE EL CORONAVIRUS “LA
CARIDAD NO CIERRA”
Desde un primer momento, Cáritas Interparroquial de Denia, que es expresión del Mandamiento del Amor de Jesucristo, ha continuado prestando las ayudas a los usuarios de las Cáritas a través de las Tarjetas Pre-pago, aumentando su asignación ante esta nueva crisis.
De momento atendemos a 140 familias, que suponen 370 personas de nuestra ciudad a través de las tarjetas solidarias con las cuales se pueden adquirir alimentos de primera necesidad en los establecimientos del ramo alimenticio.
Con la gestión bancaria, se les recarga directamente la tarjeta con lo cual no tienen que acudir a las parroquias, por el confinamiento.
Esta situación provocada por la pandemia y todo lo que conlleva, ha provocado un aumento de personas que acuden a Cáritas pidiendo ayuda. Todas ellas son atendidas puntualmente, por teléfono, generando la ayuda que necesitan, principalmente en alimentación.
Así mismo, ante la necesidad urgente de materiales sanitarios, mascarillas, batas etc. para los centros sanitarios, residencias, etc. desde el taller de costura del proyecto de empleo de Cáritas Interparroquial, se genera un equipo de voluntarios de más de 50 personas para la confección de dichos materiales.
El centro logístico está en la Parroquia de San Miguel, donde se concentra la materia prima, (telas, goma elástica…) obtenida de donaciones tanto de particulares como de empresas, y posteriormente la distribución de todo lo confeccionado a través de la colaboración de Protección Civil.
Las entregas se han realizado a los Hospitales, residencias, y Servicios Sociales, tanto a nivel de Dénia, como de comarca y a Cáritas Diocesana.
También queremos agradecer los donativos recibidos de particulares y entidades.
La cuenta de Cáritas Interparroquial de Dénia, para aquellas personas que quieran aportar su ayuda económica es la siguiente:
CAIXA POPULAR ES08 3159 0044 5825 4451 4728
Desde un primer momento, Cáritas Interparroquial de Denia, que es expresión del Mandamiento del Amor de Jesucristo, ha continuado prestando las ayudas a los usuarios de las Cáritas a través de las Tarjetas Pre-pago, aumentando su asignación ante esta nueva crisis.
De momento atendemos a 140 familias, que suponen 370 personas de nuestra ciudad a través de las tarjetas solidarias con las cuales se pueden adquirir alimentos de primera necesidad en los establecimientos del ramo alimenticio.
Con la gestión bancaria, se les recarga directamente la tarjeta con lo cual no tienen que acudir a las parroquias, por el confinamiento.
Esta situación provocada por la pandemia y todo lo que conlleva, ha provocado un aumento de personas que acuden a Cáritas pidiendo ayuda. Todas ellas son atendidas puntualmente, por teléfono, generando la ayuda que necesitan, principalmente en alimentación.
Así mismo, ante la necesidad urgente de materiales sanitarios, mascarillas, batas etc. para los centros sanitarios, residencias, etc. desde el taller de costura del proyecto de empleo de Cáritas Interparroquial, se genera un equipo de voluntarios de más de 50 personas para la confección de dichos materiales.
El centro logístico está en la Parroquia de San Miguel, donde se concentra la materia prima, (telas, goma elástica…) obtenida de donaciones tanto de particulares como de empresas, y posteriormente la distribución de todo lo confeccionado a través de la colaboración de Protección Civil.
Las entregas se han realizado a los Hospitales, residencias, y Servicios Sociales, tanto a nivel de Dénia, como de comarca y a Cáritas Diocesana.
También queremos agradecer los donativos recibidos de particulares y entidades.
La cuenta de Cáritas Interparroquial de Dénia, para aquellas personas que quieran aportar su ayuda económica es la siguiente:
CAIXA POPULAR ES08 3159 0044 5825 4451 4728
miércoles, 15 de abril de 2020
COMO HOY TENDRÍAMOS NUESTRA ADORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO OS
OFRECEMOS ESTA PRECIOSA REFLEXIÓN PARA QUE OS ACOMPAÑE.ÁNIMOS Y FUERZA PARA
TODOS.
ADORACIÓN
¿DÓNDE
QUIERES PONER LA MESA ESTE AÑO?
El
primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde
quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a
casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca;
voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos
cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Mt 26, 17-19
Meditando este versículo de los textos
de esta semana santa precisamente en situación de confinación a la que nos
vemos sometidos, encontré este texto de esta teóloga que me parece enriquecedor
tener la oportunidad de meditarlo juntos.
“Al atardecer, se puso a la mesa” (Mt
26,20) una gran piedra como ara de ofrenda y, alzando los brazos dijo: Esta es
la Mesa del Mundo, a la que está invitada toda la Humanidad. Sin distinción de
culturas, razas, religiones, sexos o categorías sociales.
El status social no cuenta para sentarse
en esta mesa. El rico no tendrá sitio preferente, ni el pobre quedará esperando
que le digan donde sentarse.
Los niños y niñas estarán en primera
fila, para que no se aburran sin ver nada. Me habéis oído decir muchas veces:
“Dejad que los niños se acerquen a mí”. Y cuando quieran marcharse a correr,
dejadles, ya han tenido bastante encierro en las casas, sin ir al colegio, sin
jugar en la calle.
Las personas mayores tendrán asientos
especiales, y estarán rodeadas de sus hijos e hijas, nietos y nietas, liberadas
del desconsuelo que han vivido sin poder ver a los que quieren y echando de
menos a los que se fueron.
Las mujeres agredidas en el encierro por
sus parejas, intentando proteger a sus hijos, disfrutarán de la libertad de
verse cuidadas y atendidas.
Profesoras y profesores que han
trabajado on line con los alumnos. Trabajadores y trabajadoras de tiendas de
alimentación y supermercados, transportistas y camioneros, trabajadores de
recogida de basura, conductores de autobuses urbanos, bomberos, policías,
militares, guardias civiles, voluntarios de organizaciones humanitarias,
personal de limpieza de hospitales, empleados de fábricas que han trabajado
haciendo mascarillas y trajes de protección sanitarios, trabajadores de los
tanatorios y lugares dedicados a resguardar y tratar con dignidad a quienes han
muerto a causa de la pandemia.
Científicos trabajando a destajo para
encontrar una vacuna que pueda parar tanta muerte. Enfermos, sus familias,
vecinos que se han ayudado, todas y cada una de las personas que en el
sufrimiento han mostrado solidaridad, han dado consuelo, han tenido empatía,
han practicado el cuidado, la cercanía en la distancia con una llamada, un WhatsApp,
una sonrisa, han acompañado a quienes han vivido solos el tiempo de encierro.
Los que han orado, unos por otros… Todos estáis llamados a compartir la Mesa
del Mundo.
En la Mesa del Mundo, como en la Cena de
Pascua con los Doce, también se sientan quienes no acaban de entender la
dimensión que tiene la Fraternidad Universal. Toman asiento creyendo que son lo
que no son y deseando lo que les impide comprender que todos somos del mismo
barro; que desde el día que llegaste al mundo formas parte de la familia universal
y que eres hijo de Dios, le llames como le llames.
Los Doce habían discutido en otros
momentos quien era el más importante. Se suscitaban envidias por los puestos
que tendrían en el Reino. ¡Qué ingenuos!
Aquella noche, la traición se hizo
presente: Judas por su ambición de poder y de dinero, y Pedro por el miedo a
las consecuencias de dar testimonio.
Y todos celebraban la misma Cena y
estaban sentados en la misma Mesa.
Se hizo un gran silencio y, pasados unos
momentos, alguien empezó a aplaudir. Eran las ocho. Todos en pie batiendo las
palmas y mirando alrededor… ¡No han venido! ¿Dónde están?
El personal sanitario de todos los
hospitales del mundo que había combatido con todas sus fuerzas y su
profesionalidad el ataque masivo del bicho invisible, se fue acercando y
rodeando la Mesa del Mundo.
Sonrientes y agradecidos por los
aplausos de los presentes, las sonrisas se mezclaban con las lágrimas. Poco a
poco, los aplausos fueron dejando espacio a un gran silencio.
Entonces, “Jesús se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una
toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies
del personal sanitario y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido”.
(Jn 13, 4-5)
Al verlo, muchos de los presentes se
acercaron a Jesús y se pusieron a lavar los pies a todos los que habían luchado
con su trabajo y desvelo para arrebatar al virus la vida del mayor número de
personas, en jornadas maratonianas en los hospitales y sin poder estar con sus
familias.
Él mirando a todos dijo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también entre
vosotros”. (Jn 13, 34)
Ya era de noche, se puso en pie y
alzando los ojos al cielo, dio gracias al Padre.
Mari Paz López Santos
Nos estás solo, no estamos solos, porque
el AMOR que es Jesús sacramentado, lleva
a todos en el corazón, aunque nos quedemos en casa.
domingo, 12 de abril de 2020
DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
En este día luminoso y radiante ha
estallado la vida, la vida plena, la que nos trae Jesús resucitado. Jesús con
su resurrección no trae solamente una pequeña prolongación de algunos años más
en esta vida que ahora tenemos. Lo que consigue y trae es la victoria total
sobre la muerte, la vida plena y verdadera, la que Él tiene reservada para
todos. Se trata de un cambio en calidad, de conseguir en Jesús la plenitud
humana lejos ya de toda amenaza de muerte.
La buena noticia de esta Pascua tan
extraña y tan sentida es que no hay que temer. No tengamos miedo, Él nos dice
“no temáis, ¡soy yo! Porque el miedo se apodera de sus discípulos. El Viernes
Santo cuando condujeron a Jesús a la cruz, esto sí lo entendían. Y se decían
los unos a los otros: ¡Ya lo había dicho yo! ¡Esto no podía acabar bien! ¡Jesús
se estaba comprometiendo demasiado!
A los cristianos de hoy nos pasa lo
mismo, o parecido. No hay quien nos convenza de que Dios es buena persona, de
que nos ama, de que nos tiene preparada una gran felicidad interminable. Nos
encanta vivir en las dudas, temer, no estar seguros. No nos cabe en la cabeza
que Dios sea mejor y más fuerte que nosotros. Y seguimos viviendo en el miedo.
Un miedo que sentimos a todas horas. Miedo a que la fe se vaya a venir abajo un
día de éstos; miedo a que Dios abandone a su Iglesia; miedo al fin del mundo
que nos va a pillar cuando menos lo esperemos. Miedo, miedo.
Si Él venció a la muerte, también a mí
me ayudará a vencerla. Cuántas cosas cambiarían en el mundo, si todos los
cristianos nos atreviéramos a vivir a partir de la resurrección, si viviéramos
sabiéndonos resucitados. Trabajaríamos sabiendo que nuestro trabajo colabora a
la resurrección del mundo. Cómo amaríamos sabiendo que amar es una forma
inicial de resucitar.
La resurrección de Cristo y la fe de
todos en la resurrección es lo que podría cambiar y vivificar el mundo
contemporáneo. Y cada uno de nosotros, con su esperanza, puede añadirle al
mundo un trocito más de esperanza, un trocito más de resurrección.
Lo realmente difícil es vivir la
resurrección en el aquí y ahora, no vivirla como un premio sino como un nuevo
modo de existencia, encontrar pequeños signos en la vida ordinaria que nos
hablan de esa conexión con el autor de la vida. El Cielo y la Tierra en unidad,
inseparables, la luz y la tiniebla, la muerte y la vida cohabitando en nuestro
escenario vital.
Recordemos hoy día de Pascua, de esta
Pascua tan florida pero encerrada, venceremos porque lo esencial de los
cristianos es ser testigos de la resurrección, mensajeros del gozo. FELIZ ESTALLIDO DE VIDA
ACCIÓN
DE GRACIAS
Hoy estamos contentos, más alegres que
nunca.
Cristo ilumina nuestra oscuridad.
Se han roto nuestras cadenas,
nuestras esclavitudes han sido
liberadas,
han saltado todos los cerrojos que nos
aprisionan,
se han rasgado todas las cadenas que
teníamos.
La noche se ha convertido en mediodía
el desierto en vergel,
el sequedal en río abundante de agua
fresca.
La noche de la injusticia,
del odio, de la indiferencia… se ha
iluminado de esperanza.
En la noche del miedo y de la duda ha
brotado la luz de la libertad.
Se han abierto los ojos de los ciegos
y los sordos escuchan por primera vez una
palabra de salvación.
En la noche, la muerte se ha rasgado y
ha amanecido la vida, por Jesucristo.
La noche ha sido vencida.
Cristo ha resucitado y nos ha librado de
una vida vacía,
oscura y sin horizonte.
Nos ha demostrado que es posible
ser fiel a los valores del Evangelio hasta
el final.
Y ya conocemos el camino de la bienaventuranza,
de la plenitud,
de la alegría, de la vida: es
Jesucristo.
Él ha abierto una brecha de esperanza en
la historia.
Y hemos visto una luz grande.
Gracias porque hoy elegimos ser libres,
libres como Jesús,
de todas las ataduras para amar y
servir,
para construir una sociedad nueva: el
Reino de Dios.
Gracias porque hoy es el día más
importante para nosotros:
la vida, la luz, la salvación se nos han
acercado,
han salido a nuestro encuentro, y nos
han alcanzado
como la lluvia, nos han calado hasta los
huesos.
¡Estamos en un camino de salvación!
¡Nuestro futuro es la vida!
¡Nuestro futuro es Dios!
La vida tiene sentido y valor, vivida
desde Dios.
Gracias porque has resucitado y nosotros
somos testigos
Ayúdanos a transmitir a otras personas
lo que hoy hemos descubierto.
sábado, 11 de abril de 2020
Al final de la misa, después de la bendición, el celebrante en
este día en el cual hemos celebrado la Pascua del Señor, es justo, según la tradición
de los Siervos de Santa María, alegrarnos con la Madre por la resurrección del
Hijo: esto en efecto fue el acontecimiento que plenamente realizó su espera y a
todos los hombres donó la salvación. Y nosotros que, la hemos contemplado unidos
en el dolor, ahora, redimidos, la exaltamos, unidos en Alegría Pascual.
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