2023 CICLO B TIEMPO DE ADVIENTO II
El evangelio de este segundo domingo es el comienzo
de San Marcos y precisamente nos habla de la figura de san Juan Bautista. Él es
el mensajero del que se refería el profeta Isaías, el que proclama en el
desierto la venida del Salvador y ayuda al pueblo a prepararse para tal
acontecimiento.
Juan
el Bautista invita a preparar el camino del verdadero
Mesías que está a punto de hacer su aparición pública. El Bautista ofrece al
pueblo un bautismo purificador, de arrepentimiento y conversión interior, para
que todos los que lo deseen puedan vivir el Reino de Dios.
La
misión del Bautista es mantener a los hombres alertados para la aparición del Mesías.
Era necesario el mensajero porque el Mesías aparecería en formas desconcertantes.
Era necesario que alguien indicara su
presencia.
El primer domingo de Adviento, se nos invitó a estar alerta ante la venida del Señor, en
continua vigilancia. Ahora se nos pide
que seamos pacientes y nos preparemos bien para dicha venida. El Adviento
no es tiempo de fiesta, sino de preparación para celebrar el nacimiento del
Señor. Porque es una fiesta cristiana muy importante y, sin duda, la más
entrañable.
Ante esta sociedad
que correr y nos obliga a estar siempre en marcha, a vivir con rapidez, sin
detenernos en nada ni en nadie, y la felicidad
no tiene tiempo para penetrar hasta nuestro corazón. El adviento nos
recuerda una dimensión esencial: la
interioridad. Se nos está olvidando escuchar la vida con un poco de hondura
y profundidad.
El
silencio nos podría curar, pero ya no somos capaces de
encontrarlo en medio de nuestras mil ocupaciones. Cada vez hay menos espacio para el espíritu en nuestra
vida diaria. Lo triste es observar que, con demasiada frecuencia, tampoco la religión es capaz de dar calor y vida
interior a las personas. En un mundo que
ha apostado por lo exterior, Dios resulta un objeto demasiado lejano y, a decir
verdad, de poco interés para la vida
diaria.
No es extraño ver que muchos hombres y mujeres pasan
de Dios, lo ignoran, no saben de qué se trata, han conseguido vivir sin tener necesidad de él. Quizá
existe, pero lo cierto es que no les sirve para su vida.
Los evangelistas presentan a Jesús como el que viene
a bautizar con Espíritu Santo, es
decir, como alguien que puede limpiar nuestra existencia y sanarla con la
fuerza del Espíritu. Y quizá la primera tarea de la Iglesia actual sea precisamente
la de ofrecer ese bautismo de Espíritu
Santo a los hombres y mujeres de nuestros días. No basta que el evangelio
sea predicado. Nuestros oídos demasiado acostumbrados no escuchan el mensaje de
las palabras. Solo nos puede convencer la experiencia
real, viva, concreta, de una alegría interior nueva y diferente. Nos
preparamos para celebrar una Navidad que no tiene nada de frívola y superficial,
pues afecta a lo más hondo de nuestra persona y nuestras familias y comunidad.
Es una fiesta llena de amor, cariño y ternura.
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