EN MEDIO DE LA NOCHE
En medio de la
noche, escuchando el gemir del mundo sales a nuestro encuentro, oh Dios, sin
más anuncio ni cortejo que el silencio de la noche estrellada.
Naces, para que
renazca nuestra vida y nuestros ojos, distraídos por las luces, se fijen en el
“Lucero Divino” de un pesebre.
Déjame, Señor, en la
oscuridad de esta noche ser ángel pregonero de tu misterio: que el hombre se
entere, de una vez para siempre, que vienes a divinizarle a infundirle calor,
frente al frío del mundo.
Déjame, Señor, ser
fuego alrededor de tu cuna para que, el mundo también comprenda, que cuanto más
lejos estamos de ti más riesgo corre el corazón del hombre de quedarse sin amor
y romperse para siempre.
Déjame, Señor, ser
estrella de tu Nacimiento y, reyes y plebeyos, ricos y pobres, puedan escuchar
que, algo nuevo, ha acontecido.
Déjame, Señor, ser
cuna de tu frágil cuerpo y, el mensaje de paz que tu rostro irradia pueda yo
acogerlo y llevarlo hasta los confines y rincones más oscuros.
En medio de la
noche, Señor, naces.
Silencioso pero
lleno de amor.
Humilde, pero
envuelto en la grandeza de Dios.
Pequeño, pero
inalcanzable en su esplendor
En medio de la noche
naces, Señor apareces sin imponerte a nadie.
Sólo el amor habla.
Sólo el amor aguarda.
Sólo el amor canta.
Sólo el amor nace.
Sólo el amor... de
Dios en Belén.
¡Gracias, Jesús!
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